Surfear en la playa de Los Locos… Mi historia con Suances, o más concretamente con la playa de Los Locos, es una historia de amor de esas con coincidencias románticas, una peli con amores destinados a encontrarse. Solo que en este caso, mi amor es una playa y no fue el destino, fui yo. He sido yo la que ha insistido y persistido en el surfing y en la búsqueda de atardeceres desde el agua. He sido yo la que se ha empeñado en esa playa. Y han sido los amigos los que han convertido Los Locos en una especie de segunda casa para mí.
Hace ya bastantes meses acabé tomando una cerveza mientras veía el atardecer con mi amiga Magda en la playa de Los Locos. Llegamos desde Madrid y es lo primero que hacemos siempre. Dejar las cosas e irnos directas al mar. Mientras atardecía, veíamos a unos cuantos surfers aprovechar las últimas olas con sol. Recuerdo que Magda me preguntó: “¿Si tuvieras una tabla aquí te meterías ahora?”. Y respondí: “Pues claro” Cierto es que, por aquel entonces, no era capaz de medir bien el tamaño de las olas desde la orilla y que tampoco conocía bien el funcionamiento de esa playa. De haberme metido en Los Locos aquel día me habría llevado más de un revolcón. A cambio, hablé y hablé con Magda viendo aquel atardecer y fotografiando a algún surfista desconocido. Y aquella playa me pareció preciosa, monumental, mágica. Y me prometí que un día sería yo la que surfearía allí.
Este verano en mi primer fin de semana disponible para poder viajar a la playa después del confinamiento, tras algo más de 4 meses sin surfear y soñando con olas, logré montar un viaje con unos amigos que me han dado tanto como lo que me ha dado el mar estos días.
Al empezar el viaje intentamos montar una baca que traía Pablo en mi coche para poder llevar su tabla, pero las medidas no encajaban con mi coche así que Pablo tuvo que ir a surfear sin su tabla. Lejos de enfadarse o enfurruñarse, lejos de molestarse porque los planes no parecían salir como habíamos previsto, Pablo no dejó de sonreír ni un solo segundo. Pablo es un surfista divertido, alegre, y positivo. Solo necesitas 10 minutos a su lado para contagiarte de la luz y la energía de este andaluz. Pau y yo nos dimos cuenta rápidamente que Pablo nos haría el viaje fácil y corto. Pau es una curranta, una mujer lista y con carácter que se inició en el surf hace años pero que lo ha practicado de forma discontinua. Creo que Pau y yo haremos muchos más viajes de surf juntas. Tengo mucha Pau por descubrir. Tardé un poco más en descubrir la grandeza de Velasco que avanza surfeando a una velocidad increíble. Así, callado y persistente, pero siempre diciendo sí a un baño. Y Edu, el gran y acelerado Edu. No puede parar. Va a mil revoluciones. Es un culo inquieto fuera de la tabla y sobre ella. Edu me ha hecho reír, sonreír y me ha llevado a 15 años atrás. Solo por el viaje en el tiempo ya valdría un fin de surf con él.
Llegada a Los Locos Surfhouse y primer baño
Nada más aparcar el coche cerca de la escuela, Pau, Pablo y yo nos asomamos a la barandilla desde la que se ve la Playa de Los Locos. Tantos meses sin ver el mar y que la primera playa que veo sea la de Los Locos… fue increíble.
Después de los selfies, la lagrimita y darnos cuenta de que Los Locos estaba muy grande para nosotros, fuimos directos a la escuela. Nos hicieron un completo recorrido por la casa y nos explicaron todas las normas de seguridad que debíamos seguir por el COVID.
Yo no reparé mucho en la casa, solo pensaba en irme a dar un baño a La Concha que estaba más pequeño y adecuado para mí. Ya conocía un poco la surfhouse y quería bañanarme. Para los que no conozcáis este rincón, Los Locos Surfhouse es una histórica escuela de surf de Cantabria, de las primeras de la región. Es la surfhouse con la mejor ubicación que he conocido. Los balcones y terrazas de la escuela de Los Locos se desbordan sobre la playa de La Concha. Desde algunas de sus habitaciones uno amanece con el rumor de las olas para después desayunar con la visión de las series que van entrando por la playa de La Concha. Si algún día vais y pilláis a alguno de los profesores asomado, observando el mar, aprovechad para preguntarle por las playas de Suances. ¡Qué maravilla tener el privilegio de que a uno le expliquen el funcionamiento de las corrientes y los fondos de esa playa mientras observa casi a vista de pájaro ese mar! Desde la escuela puedes acceder directamente a la playa a través de unas escaleras. Un surfista no podría soñar con nada mejor. Eso ya sería razón suficiente para conocer esta surfhouse.
Conocí a uno de sus propietarios, Borja Ibarra, hace unos meses en otro viaje a Suances en invierno. Me pareció un hombre corpulento, de aspecto recio, e imaginé bajo su piel curtida, temperamento y carácter. Supongo que viene dado con el mar, el surfing y la región. Pero también vi verdad y honestidad. Tengo pendiente una entrevista, si me deja, para descubrir cuánto hay de verdad o no, en la imagen que me he construido de este surfista. La primera vez que charlé con él me dejó hablarle del mar, de mi nivel o desnivel de surf, de lo que me había enamorado de Cantabria y de las olas. Yo hablándole del mar a un surfista que lleva toda la vida en el mar… Pero me escuchó paciente. “Sí que debe gustarte mucho esto para venirte en invierno a surfear en el Cantábrico”. E intuí una media sonrisa. Todas las veces que le he visto desde entonces siempre me ha preguntado por el baño. No hay nada que me guste más que poder explayarme con el baño, las sensaciones que he tenido, los errores, los aciertos, los avances. A todos nos encanta contarlo, ¿no?. No lo podemos evitar. ¿A vosotros también os pasa? Pero de Borja os hablaré más cuando le entreviste. 😉
La escuela de Surf Los Locos no es solo Borja. También es Mario, Tony y Charly y otros muchos profesores. Aunque éstos son los que a mí me han tocado el corazoncito. Mario por su profesionalidad. Os advierto, que Mario puede ser bastante militar y cuando se pone a dar órdenes en el agua, ojo con no hacerle caso. Mario tiene duende. Eso se tiene o no se tiene. Los flamencos lo saben bien. Tiene duende en la mirada y con entrenamiento militar o sin él, si tenéis la suerte de dar clases con Mario disfrutaréis del mar como nunca. Gracias a él pude coger en invierno varias olas en La Concha y perfeccionar la puesta en pie. Hasta le confesé en unos minutos de vuelta a la surfhouse que el Surf me había curado muchas heridas.
Primeros baños post confinamiento
Fue un desastre. Mi primer y emocionado baño fue un desastre. La Concha estaba estupenda para un principiante, con un tamaño de olas idóneo para mí pero me vi torpe y perdida. Me costó coger un par de olas y salí un poco decepcionada porque esas eran olas que antes cogía sin problemas. Pablo y Dani salieron contentos, en cambio. Ellos sí que tuvieron un estupendo primer baño en La Concha.
Los siguientes baños fueron mucho mejor. Fui recuperando sensaciones y haciéndome al mar nuevamente. Volví a enamorarme del corchopan y a coger olas. Uno de los días, amanecimos con La Concha como una piscina. Y lo que debió de ser un baño del que no aprender absolutamente nada, resultó ser una clase estupenda porque estaba Tony, otro de los profesores de la escuela. Así como estaba, pensé, sinceramente, en abandonar la clase y no ir. Pero Tony convirtió lo que podría haber sido un desastre de clase en una hora y media de lecciones. Me enseñó cosas que otros profes no me habían explicado nunca y fue genial ver toda esa entrega a los alumnos y cómo lo dio todo porque lo pasáramos bien y aprendiésemos. Y todo esto, sin apenas olas. Qué pena que ahora con el COVID no nos dejen abrazar porque cuando me despedí de Tony me dieron ganas de darle un abrazo gigante. Qué pena también ser tan tímida y no haberle podido decir que lo que él hace ahí en Los Locos es mágico. Tony, ese Tony que lo organiza todo en la escuela y está atento de todo lo que sucede, ese Tony que no deja de sonreír y de preocuparse y, lo más importante, ocuparse de todos. No tengo confianza con ninguno de ellos pero si la tuviera les diría que conocer a Tony me pareció un privilegio.
Las cervezas de después del surfing
De los mejores momentos que me llevo de este surftrip está el de las cervezas de después en la terraza de la Escuela de Los Locos. Esa sensación de relax, como si a uno le hubiesen dado un masaje de varias horas, y ese ratito de compartir con los chicos el baño, y con vistas al mar. “¿Cuántas olas has cogido?”, “ ¿Cómo se te ha dado el baño?”, “¿Has visto cómo estará el mar esta tarde?”. Me encanta hablar del baño y del mar y me gustaba oírles contar su baño. Me llevo en la retina a Pau contando cada pequeño detalle del baño y al rato escuchando atenta con sus enormes ojazos negros lo que contamos.
Me lloveo también a Velasco y su generosidad. Velasco es un surfista generoso. De esos amigos que te ven coger la ola y luego te dicen que te han visto cogerla. ¡Con la ilusión que hace eso! Velasco es un tío grande. En todos los sentidos. Es alto, bondadoso y bonito. Velasco es además sensible y por eso sé que será un gran surfista. Tiene el corazón tierno y le sobra estilo.
Recuerdo también aquella tarde en el chiringuito de Los Locos. Viendo atardecer desde allí. Nos metimos al agua Edu, mi amiga Magda que vino a pasar la tarde con nosotros y yo. Después cervezas en el Chiringuito. Veía como otros surfeaban en la playa de Los Locos y me moría de envidia. Quería entrar. Deseaba ir a por el corcho y meterme también. Pero no me decidí. No importa, lo pasamos en grande viendo surfear y riendo con las bromas de Edu y las historias de Pablo.
Primer baño en Los Locos con Manu, de cuando fui feliz
Una tarde mi amigo Manu -que también me dedicó un ratito para el blog escribiendo sobre surfing, me dijo que iríamos a surfear juntos a Los Locos. Con Manu hice mi primer viaje de surf sin clases. Con Manu mi coche llevó por primera vez unas tablas. ¡Qué ilusión! Nos vimos y me dijo que una tarde iríamos a surfear juntos a Los Locos. Y no tengo fotos de esa tarde pero las llevo todas en la retina. Él no sabía, ahora sí, jejeje que surfear en Los Locos era uno de mis pequeños sueños. Llegó el día. Se hacía tarde para él y pensé que no nos daría tiempo. Él tiene un nivel mucho más avanzado que el mío y me podía la timidez y la inseguridad y mil cosas más que me pasaban por la cabeza. Mis neuronas entraron en modo locura. Pero Manu insistió. No me dejó no meterme. Cuando llegué con el corchopan y atravesé las rocas ahí estaba Manu sonriendo y diciéndome por dónde íbamos a meternos y explicándome en qué pico íbamos a surfear. En uno más alejado de los «pro». Había olas importantes. No me gusta hablar en términos de metros. Tengo la sensación de no saber medirlas bien desde dentro y de que una principiante hablando de altura de una ola puede dar un poco de risa. No me gusta hablar de metros porque como leí en algún sitio, las olas se miden en incrementos de miedo. Sé que no eran olitas y que era otro nivel para mí. Manu me ayudó a ponerme en el lugar adecuado. El lugar perfecto allí en el pico de Los Locos. Sin sus indicaciones no lo habría logrado. Pero lo logré y pude coger varias olas. La primera tardé en ponerme en pie y no hice la bajada. Las dos siguientes sí. Y fue increíble. Por fin, surfeaba con Manu. Por fin, surfeé en la playa de Los Locos. Por fin, era yo la surfer, más o menos torpe, que estaba ahí dentro en el agua. Esta vez, no era espectadora. Esta vez fui la surfista. No hay fotos. Ni falta que hace. He grabado esa tarde en mi cabecita y puedo rebobinar y poner en cámara lenta cada uno de los momentos.
Y en Los Locos me enamoré
Al salir esa tarde del agua, Manu me explicó cómo estaría al día siguiente el baño en Los Locos y decidí que iría sola por la mañana. Llegó el día siguiente y le pregunté a Tony. “¿Dónde será la clase hoy? Es que yo me voy a ir a Los Locos”. Y Tony me animó a esperar un poco. “Si sale un grupo pequeño, quizá Charly os lleve”. Así que esperé. Y, sí, Charly nos llevó a 4 ó 5. Me gustó de Charly que allí en el pico me dejaba a mi ritmo. Cuando me veía descansada, me acercaba a él y ya intuía él que estaba preparada y me ayudaba a ver cuál era la ola que podría coger. Cogí 3 olas haciendo la bajada, tres olas que me parecieron espectaculares. Y, ¿saben? Cuando llegué a la orilla lloré. Allí lo dejé todo en esas olas de Los Locos. Y acabé de enamorarme loca y perdidamente de esa playa. Y empecé a pensar en los próximos baños que me esperan allí. Enamorarse es coger una ola en Los Locos.
Tengo una historia de amor con Los Locos. A todos los locos, gracias.
4 comments
Me encanta tu post!!!! Como transmites la esencia del surfing y tu pasión por el, que a su vez es la nuestra… No solo son las olas, es el antes, el durante y el después.
Siempre es un placer enseñar a alguien con tantas ganas de escuchar y aprender.
Muchísimas gracias por ese hueco en tus líneas (esta vez escritas, no de olas) .
¡Ay Mario qué ilusión que me hayas leído! ¡Y qué bonito lo que has escrito! No sabes qué ilusión leerte en mi blog! Gracias, gracias, gracias, gracias
Mariaaa, ¡me ha encantado! Las descripciones, recordar nuestro viaje mientras te leía, cómo transmites tu pasión por el surf.
Ya mismo más y mejor, y como no…en Los Locos 🙂
Aaay Pau! ¡Gracias! ¡Qué ilusión que te haya gustado! ¡Tenemos que hacer esto todo el tiempo! Muchos más viajes como este!